JOSEP Ma.
CADENA
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Del
llibro monográfico JOSEP GUIXÀ 1980-1990 de Editorial Batik |
El aliento pictórico de
Josep Guixà
Josep Guixà es
autodidacta como pintor, pues nunca ha recibido cursos académicos y
prácticamente no ha recibido ninguna orientación profesional. Todo lo que sabe
del arte de pintar le viene de su tozuda voluntad por informarse en libros y
del intercambio de ideas y opiniones con personas tan interesadas como él en la
práctica de la pintura. Dispuso, sin embargo, de una ventaja inicial, que le
situó por encima de muchos que tienen en sus principios más deseos que posibilidades; fue que por su
oficio conocía bien los materiales que se utilizan en la construcción y que
innovando, aplico a la pintura. De esta forma probó fortuna en certámenes
originariamente destinado a los profesionales del arte y el año 1987 consiguió
el primer premio en el concurso de pintura convocado por el F.C. Barcelona con
propositos de bienal. Pasó la selección previa entre mas
de quinientos aspirantes y, en sucesivas votaciones de un jurado con figuras
tan relevantes como exigentes, consiguió un lugar con amplia mayoría. De esta
manera, dada la importancia del mencionado concurso, quedo establecido que
Joseph Guixà prácticamente desconocido fuera de su circulo,
era un artista plástico con el que había de contar en Cataluña y que incluso
podría tener mayor proyección de acuerdo con la obra que fuera haciendo y la
dirección creativa que acertara tomar.
Nacido en Castellolí,
pequeño municipio de la comarca del Anoia, Josep Guixà consta como llegado al
mundo el 28 de febrero de 1944, aunque por tradición familiar sabe que fue el
día después; el año era bisiesto y a el le toco la suerte de nacer un 29 de
febrero, aunque en el momento de incluirle en el registro el funcionario que lo
hizo le atribuiría un día mas “para evitarle problemas”, según le diría a su
padre. Y en cierta manera quizá tenia razón, ya que los chiquillos no les
conviene singularizarse por hechos que maestros, compañeros de escuela y
conocidos ven como extraños, especialmente en una población tan reducida como
Castellolí, que en la actualidad tiene poco mas de cuatrocientos habitantes y
solo a finales de siglo supero un poco los setecientos.
La infancia de Josep
Guixà seria la normal de un chico de pueblo al que se le dan unos cursos de
estudios primarios porque, hijo único como era, estaba destinado a ayudar a su
padreen su trabajo de paleta y continuar dentro de un oficio que ya venia de
generaciones anteriores en su familia. La verdad es que él, ya desde pequeño,
demostró una especial predilección por el dibujo y por el color, pero eso seria
interpretado como que sentía inclinación por lo que veía en casa y de esta
manera aprendería mucho más rápido a realizar el trabajo que le mandasen. El
mismo apellido parecía predisponerlo porque, a pesar de ser deformación del
germánico Witiza, que nada tiene que ver con el yeso y sus derivados (“guix”
significa yeso en catalán), todo el mundo veía natural que se dedicara a las
tareas de la construcción y con el tiempo fuera también el paleta del pueblo:
como en realidad es, aunque de manera mas compleja y situado dentro de un mundo
empresarial que le permite desde hace años dejar que sean sus hijos los que
lleven el negocio de la construcción, mientras él se dedica primordialmente al
arte plástico. El trato constante de Joseph Guisa con los materiales de la
construcción -con todos, ya que la ubicación en un pequeño municipio no dejaba
ninguna posibilidad de especialización-le permitió experimentar con lo que
tenia más a mano; colas, pigmentos, polvo de mármol, látex y otros productos a
los que muchos pintores contemporáneos han llegado después de seguir el proceso
habitual en la enseñanza de la pintura al óleo.
La vocación artística le
izo avanzar, sin tan siquiera saberlo, por el camino paralelo al de las nuevas
tendencias en el uso de substancias pictóricas
que para muchos eran novedad y para él representaban una substancial rebaja
en unos gastos, tolerados pero nada entendidos, para dar curso a su dedicación
al arte.Como los pinceles que conocía eran herramientas industriales demasiado
anchas y para él poco funcionales, Joseph Guisa se acostumbro a pintar con una
pequeña paleta , parecida a las que su oficio que había aprendido servían para rebosar paredes
y enjalbegar cementos. Esta herramienta tan singular es la que aun utiliza,
bien mirado, no es tan extraño. Hay pintores que, provenientes de otros oficios
industriales, utilizan espátulas con las que empastan rallan, axial como trapos
para barnizar con los que sitúan los colores sobre la tela y crean formas. En
su caso es la paleta y no hay nada que decir, ya que los resultados finales son
los que hay que juzgar.
A pesar de su aprendizaje
artístico en solitario, Josep Guixà no desaprovecho ninguna oportunidad para
mantener contactos con el guindo pictórico que le era accesible. Y como
Castellolí era prácticamente al lado de Igualada, cuidad en la que se
encuentran su principal mercado agrícola y comercial, allí fue para conectar
con un pequeño grupo de igualadinos interesados en la creación plástica y en
sus actuales formas de expresión. Después de años, Guixà a
visitado con voluntad de estudio los principales museos de Barcelona y Madrid
en unos primeros viajes, ampliando después
a Paris, Londres, Roma, Ámsterdam y Nueva York, pero aquellos primeros
contactos con un grupo que. A pesar de sus limitaciones ambientales, sentía una
gran pasión por el arte, siempre considerado muy provechosos
Seria Igualada donde su
deseo de ser pintor enraizaría de una manera que puede calificarse como
natural, ya que en su interior se afirma el propósito de continuar pasara lo
que pasara, con la particularidad de que nunca cambiaria su técnica matérica
porque con ella se sentía, hechas diversas pruebas, dentro de un campo
amplísimo, prácticamente inagotable, de expresión plástica. Tenia la convicción
de que le costaría ser entendido, y que posiblemente nadie le seguiría en su
manera de pintar, ya que esta vendría de las condiciones especiales que se
daban en él, pero estaba dispuesto a mantenerse en su personal línea, ampliando
sus conocimientos para hacerla compatible con las más diversas temáticas.
La materia condiciona y
en todas las actividades humanas siempre intenta que sea tan dúctil como el
progreso técnico haga posible, ya que de esta manera se desliza mejor la
herramienta y los trabajos- entre ellos los artísticos- avanzan superando las
dificultades. Por regla general. Los pintores desean los pigmentos de mas
calidad y los pinceles más suaves para
que el espacio que siempre hay entre el pensamiento y la acción sea lo mas
corto posible. Es lo que también quiere Joseph Guixà en su personal técnica,
que ha llegado a dominar de manera que le permita explicar sutilidades del
paisaje, carnaciones humanas y, como es natural, diversidad de aspectos que la erosión del tiempo ha ido creando con
algunos materiales de los que están hechos los edificios.
El primer premio en la
Bienal de Arte del F.C. Barcelona de 1987 le fue otorgado por un jurado-soy
testimonio porque yo, modestamente , era uno de los
miembros que contribuyo en el veredicto- al que intereso la manera que trataba
el entonces desconocido Guixà el tema escogido: la parte superior de la puerta
principal del estadio de Montjuic de Barcelona a pleno sol. El cemento pastado
con gama de colores tenía el realismo que iba mas allá
de la representación de un detalle arquitectónico y llevaba a pensar en el
olimpismo en general y en las posibilidades de recuperación de una cuidad que
los entonces aún hipotéticos Juegos Olímpicos recuperaría gran parte de su
potencial.
La original y bien
trabajada técnica matérica de Josep
Guixà presenta la particularidad calidad que es positiva en sus planteamientos
temáticos. Hasta las piedras tienen vida y se expresan con voluntad de ofrecer
las experiencias que han ido guardando a lo largo del tiempo. Los materiales
que utiliza le permiten comunicar mejor porque conocen y los quiere desde su
infancia. Ha llegado a identificarse con sus propiedades y éstas le sirven para
expresar todo lo que humanamente experimenta, persona sensible que es, ha
encontrado un medio pictórico que, a pesar de su dureza formal, le permite
abrirse plenamente al arte.